16 ago 2010

Russell'speech


 

Is this gonna help you decide, America?
Do not turn off the camera!
You’ve seen how quickly I can kill.
Ladies and gentlemen, my name is Russell Edgington, and I have been a vampire for nearly three thousand years. Now, the American Vampire League wishes to perpetrate the notion that we are just like you. And, I suppose, in the few small ways we are. We are narcissists; we care only about getting what we want, no matter what it costs, just like you: global warming, perpetual war, toxically waste, child labor, torture, genocide. That’s a small price to pay for your SUVs and your flat screen TVs, your blood diamonds, your designer jeans, your absurd McMansions!
Futile symbols of permanence to quell your quiver and spineless souls.
But no. In the end, we are nothing like you. We are… immortal. Because we drink the true blood. Blood that is living, organic and human. And that is the truth. The AVL wishes to conceal from you, because… let’s face it. Eating people are hard to sell these days. So they put on their friendly faces to pass their beloved DRA but… make no mistake! Mine is the true face of vampires!
Why would we seek equal rights? You are not our equals. We will eat you after we eat your children.
Now, time for the weather. Tiffany?

1 ago 2010

Come back

Bajas del autobús, aún somnoliento por la cabezada que acabas de dar en el asiento. Las aceras te parecen más anchas. El ajetreo de los transeúntes te perturba. Civiles sin pañoleta te recuerdan que has llegado a la ciudad. Recolectas niños desperdigados y te pones la mochila al hombro; la última ruta. Huele a alquitrán caliente y a comida turca. El sonido de ratas aladas te acerca un paso más a la realidad. Te recuerdan el civismo cuando intentas cruzar una calle sin mirar. Te despides de esos niños que han sido tuyos todo este tiempo, esperando que no cambien demasiado en sus casas y que los reconozcas cuando vuelvan.

Y llega lo más duro cuando te tumbas en tu cama, demasiado blanda. Tan acostumbrado al suelo… coges la postura aprendida para evitar las piedras que moraban debajo de tu tienda, pero no hace falta. Das un par de vueltas pensando lo cómodo que dormiste anoche y lo rápido que ha cambiado todo en 24 horas. Finalmente, el sueño acumulado puede contigo demasiado rápido. Sueñas con pinturas de dedos, noches en un tipi indio, duchas de agua helada, abrazos consoladores, risas en la tienda, el sonido de chicharras durante la siesta, el olor de la cocina, vacas sonámbulas, mirar hacia el mástil al atardecer, las canciones bajo una lona naranja, las conversaciones con el Rey Loui, los abrazos espontáneos de un esculta, los consejos de campamento rápidos y eficaces, los cronometrajes, los cortes de pelo improvisados, dos rutas en soledad, historias para hacerlas dormir, sujetárbolandia, hablar de otros años con gente que los vivió contigo…

Y abres un ojo a las 9.55 como por arte de magia, miras el reloj y piensas “Voy a llegar tarde al acto comunitario”. Pero nadie te estará esperando bajo tres banderas, nadie te hará café off the record, nadie gritará que te afeites y nadie cantará bajo una lona naranja.

Pero esos sueños duraran un tiempo y los disfrutarás, hasta que la ciudad te absorba tanto que sólo puedas recordarlo en otros campamentos por venir.

Y repetir cada año la misma historia… por favor.